miércoles, 19 de febrero de 2014

Libertad

Le pica el pie bajo la escayola. Aún le duelen los ligamentos y se queja. Mi deber es ayudarle. Me sonríe cada vez que le llevo un vaso de limonada o acaricio sus mejillas. Tiene hambre y estoy a punto, distraído, de indicarle dónde está el tarro de las galletas. Suspira en alto, que le oiga. Entonces recuerdo, me levanto y se las doy. Vuelvo a sentarme entre papeles. Me llama. Un cómic. Me sonríe. Es de noche y no se duerme, ahora un cuento. Agua. Que yo se lo lea. Más agua. Me siento en el borde de la cama. No se duerme. Suspira en alto. Tiene miedo. Quiere que lo duerma conmigo. Me sonríe. Apago la luz. Se mueve, da patadas con el yeso. Me refugio en un extremo del colchón. Se ha orinado. Aún no amanece. Lo cambio, lo ducho; tranquilo, no es nada. Me sonríe. Ya es de día. Le duele el pie. Suspira. A mí la espalda. Lo llevo al baño, le lavo la cara, lo ayudo a orinar. Unas gotas. Lo cojo en brazos y lo llevo a la cocina. Pesa. Resoplo deseando que por fin se recupere. Me besa la mejilla y me sonríe. Lo siento en una silla. ¿Qué te apetece comer? De eso no compramos. Suspira con desdén. ¿Quieres pan? Mejor tostadas. El teléfono. Corro. Las tostadas huelen. Equivocado. Se han quemado. Me mira de reojo con la nariz arrugada. Otra cosa de comer. La nevera está vacía. La leche, ácida. Suspira. Se hace tarde. Ya comeremos algo fuera. Primero los dientes, después la cara. No llegamos. Le pica bajo la escayola. ¿Qué toca hoy? ¡Pero si es fiesta! No habrá descanso. Suspira. Se aburre. No le gustan los dibujos. ¿Una peli? He de terminar con el trabajo. Hay tarea. Tiene mocos. ¿Cuándo es el examen? Lo sueno. Busco el de mates en su bolsa. Me mancho. ¿Salgo a por pan? Uso una servilleta. Hay rayones en el libro; ya sabes lo que pienso de eso. No debo dejarlo solo. Tengo hambre. ¿Qué hay que preguntarte? ¿Todo eso? Quiero darme una ducha. Hazlo tú solo. Me duele la cabeza. Suspira. ¿Qué no entiendes? Busco una aspirina. Lo pone en la lección, léela primero. Están caducadas. ¿Suspiraría si yo no estuviera? No hace efervescencia. La mastico. Sabe a rayos. La escupo. Eso tenías que saberlo, esfuérzate en pensar. Abro el agua. Suspira. ¡Ya voy! Busco unas toallas. Están mojadas. ¿Dónde pone mamá la ropa seca? Yo tampoco lo sé. Suspira. Ocho por ocho no es setenta y uno. Borra eso. Huelen a humedad. No arrugues la hoja. Cojo dos y vuelvo al baño. ¡Esa letra! Ahora no puedo. El agua sale fría. ¡No te oigo! Suspira. Ya voy, espera. ¿Qué haces en el suelo? El lápiz. Yo podía haberlo recogido. Llora y me mira enfadado. Las pestañas se le pegan. Lo recojo. Me llena el hombro de lágrimas y mocos. Esta incómodo. Lo llevo al baño. Lo sueno otra vez. Tiene hipo. ¿Cuándo viene mamá? Me golpea. No sonríe. Suspira. Lo llevo en brazos al salón. ¿Qué he hecho mal? Tiene sed. Se golpea la escayola. No hagas eso. ¿Ves? Ya está blanda. No me habla. ¿Qué hago ahora? El teléfono. No es su madre. Equivocado. Más mocos. Échalos en el pañuelo. Me quita la cara. Más fuerte; mira que me enfado. Me voy. Ahora los suelta adrede y se limpia con la manga. Suspira. Le quito la camisa. Demasiado fuerte. Llora. Soy un bruto. Me odia. Preparo la bañera. El agua sigue fría. Pongo la tapa. No me habla. Me da la espalda. Salgo al patio. Ahora me llama. ¡Ya voy! Suspira. No quiere estar solo. La puertita esta trancada. Vuelve a llamarme. La abro. La bombona está vacía. Insiste. ¡Que ya voy! Llego al baño. El agua se derrama. Corro a la llave. Me deslizo. Doy contra el bidet. Siento frío. No me muevo. El me mira y sonríe. Suspira y sonríe.
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