miércoles, 19 de febrero de 2014

Soledad

La navidad ya está aquí otra vez, con su cena, con sus prisas, con sus besos de medio lado. Reproches, miradas de soslayo, hipocresía.

Aún no se han ido y ya estoy fregando platos. Ahora parece que me acompañan.

¿Y mañana?

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Cierra los ojos, cariño. Toma, aquí tienes tu peluche. Agárralo muy fuerte, muy fuerte y duerme tranquilo. Mamá esta aquí. Duerme, duerme, duerme...

No, no hagas preguntas. Calla, pequeño. Tal vez un día me entiendas, cuando hayamos cruzado, cuando por fin seamos libres y no tengamos que sufrir por nada. ¿Recuerdas nuestro cuento? Aquella ninfa lo consiguió, llego al País de la Dicha. Tú te reías con el sapo que siempre iba con ella, ¿recuerdas cariño? Ahora nos toca a nosotros, mamá te va a llevar allí. Duerme, duerme tranquilo.

A veces los mayores hacemos o decimos cosas, cosas raras que los niños no entienden. A veces nos enfadamos y nos dejamos llevar. Eso nos pasó a papá y a mí. Ya sé que hablamos muy alto y que eso no te gusta. Yo puse mis manos sobré él y vi cómo mi mundo se quebraba contra la esquina de la mesa. Pero tranquilo, cierra los ojos, mamá ya lo ha arreglado. Iremos a buscarle como él hacía tantas veces cuando salías del colegio. Recuerda mi niño, que todo lo hago por ti, sólo por ti. Sí, por ti; sólo por ti, por ti... Así es mejor, confía en mamá. Mamá te quiere. Cierra los ojos y duerme. Duerme y espera. Mamá pronto estará contigo.


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